Captura internacional en Perú: Detienen a Matías Ozorio, octavo implicado en el triple femicidio narco de Florencio Varela
Publicado: 30-09-2025
En un operativo conjunto entre la Policía Nacional de Perú e Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA), fue detenido Matías Agustín Ozorio (28), considerado la mano derecha del prófugo «Pequeño J», principal autor intelectual del brutal triple femicidio que conmociona a Argentina. La captura ocurrió en Lima y fue confirmada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien anunció que ya se trabaja en su extradición para enfrentar la Justicia por los asesinatos de Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Morena Gutiérrez (15).
El crimen y sus víctimas
El triple femicidio ocurrió en la noche del 19 de septiembre en una casa de Florencio Varela, al sur del Gran Buenos Aires. Las tres jóvenes, oriundas de La Matanza, fueron engañadas con la promesa de una fiesta sexual remunerada por 300 dólares cada una. Fueron trasladadas en una Chevrolet Tracker desde la rotonda de La Tablada, donde un Volkswagen Fox actuó como vehículo de apoyo. Una vez en el domicilio ubicado en las calles Jáchal y Chañar, sufrieron torturas extremas —incluyendo golpes, cortes con armas blancas y ensañamiento— antes de ser asesinadas y enterradas en el patio.
Parte de las vejaciones fueron transmitidas en vivo a través de una red social en un grupo cerrado con 45 participantes, con el presunto fin de «disciplinar» a miembros de la banda o vengar un robo de drogas o dinero. El fiscal Adrián Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza, imputa a los involucrados por «homicidio agravado por concurso premeditado de dos o más personas, con ensañamiento, alevosía y violencia de género reiterada», con penas de hasta 35 años.
El rol de Ozorio y la conexión narco
Ozorio, alias «Tati», es acusado de coautoría en los crímenes y de participar en la planificación, incluyendo el engaño a las víctimas y la logística del traslado. Cercano a «Pequeño J» (Tony Janzen Valverde Victoriano, 23, peruano prófugo), Ozorio habría actuado como «gatillero» o ejecutor clave en la banda narco transnacional que opera en barrios como la 1-11-14, Zavaleta y Villa 21-24 de Buenos Aires, y el conurbano bonaerense.
Antes de huir, Ozorio renunció a su empleo como camillero en el Hospital Italiano de Buenos Aires, invirtió en criptomonedas acumulando deudas y figuraba como «deudor irrecuperable» en el Banco Central. Interpol emitió una notificación roja el 26 de septiembre, alertando fronteras como Bolivia, Perú y Paraguay. Durante su interrogatorio en Perú, Ozorio alegó haber sido secuestrado por narcos de Trujillo a los que debía dinero, traído por Paraguay y la selva, y escapado dos días antes: «Me trajeron engañado unos narcos mafiosos… la banda de Trujillo me dijo que yo tenía que ser capitán».
Detenidos y avances en la investigación
Con la captura de Ozorio, suman ocho los arrestados, incluyendo parejas peruanas y argentinas como Magalí Celeste González Guerrero (28) y Miguel Ángel Villanueva Silva (27), Daniela Iara Ibarra (19) y Maximiliano Andrés Parra (18), Víctor Sotacuro Lázaro (arrestado en Bolivia) y su sobrina Florencia Ibáñez, Ariel Giménez, entre otros. Se encontraron vehículos clave, como el VW Fox en Quilmes, y audios comprometedores, como uno de González Guerrero admitiendo: «Mamá, me mandé una cagada».
Aún prófugo, «Pequeño J» es el foco principal, vinculado a una red que aprovecha la crisis económica para expandirse en villas miseria. La Justicia analiza extradiciones y busca resquebrajar el pacto de silencio entre detenidos, ofreciendo beneficios por información.
Repercusiones sociales y el clamor por justicia
El caso ha generado indignación nacional, con marchas de Ni Una Menos en Plaza de Mayo exigiendo «No hay víctimas buenas ni malas, hay femicidios». Organizaciones feministas y líderes barriales denuncian el avance narco en contextos de retroceso estatal y pobreza. Mientras Bullrich destaca la cooperación internacional, el fiscal Arribas enfatiza el «sufrimiento inhumano» de las víctimas, subrayando la necesidad de desmantelar estas redes criminales. La extradición de Ozorio podría ser clave para avanzar hacia «Pequeño J» y cerrar este capítulo de violencia narco-femicida.