Detención de Jair Bolsonaro: La Policía Federal lo traslada a prisión tras sospechas de intento de fuga
Publicado: 22-11-2025

En un giro inesperado que sacude la política brasileña, la Policía Federal detuvo este sábado al ex presidente Jair Bolsonaro en su residencia de un lujoso condominio en la capital del país. La orden de detención preventiva, emitida por el Supremo Tribunal Federal (STF), responde a indicios de que el ultraderechista intentó remover su pulsera electrónica de monitoreo durante una manifestación reciente, en un posible esfuerzo por evadir el control judicial.
Bolsonaro, de 70 años, cumplía arresto domiciliario desde hace más de 100 días en el barrio de St. Moritz, un exclusivo enclave en Brasilia. Esta medida se impuso tras su condena a 27 años de prisión por liderar un intento de golpe de Estado después de perder las elecciones presidenciales de 2022 ante Luiz Inácio Lula da Silva. El fallo, emitido por el STF en octubre pasado, lo inhabilitó políticamente de por vida y lo obligaba a permanecer en su hogar bajo estricta vigilancia, con la pulsera como dispositivo de rastreo obligatorio.
La detención ocurrió alrededor de las 10:00 horas locales, cuando agentes federales irrumpieron en la propiedad de Bolsonaro, escoltado por su equipo de seguridad privado. Fuentes policiales confirmaron que el exmandatario fue trasladado inmediatamente a la Penitenciaría da Papuda, la misma cárcel de máxima seguridad donde han estado recluidos otros exfuncionarios de su gobierno implicados en escándalos de corrupción. «La acción fue rápida y sin incidentes mayores, pero Bolsonaro mostró resistencia verbal al ser esposado», detalló un portavoz de la Policía Federal, quien enfatizó que la medida busca prevenir cualquier riesgo de fuga ante la proximidad del inicio formal de su condena, programado para dentro de unos días.
El detonante de la operación fue un incidente registrado el viernes durante una concentración de simpatizantes bolsonaristas en las afueras de Brasilia. Videos difundidos en redes sociales mostraron al ex presidente manipulando su tobillera electrónica en medio de la multitud, lo que activó alertas automáticas en el sistema de monitoreo del STF. La defensa de Bolsonaro había solicitado el día anterior una revisión de las condiciones de su arresto domiciliario, argumentando «invasión a la privacidad», pero el tribunal rechazó el pedido y optó por endurecer las restricciones. «Esto es una persecución política orquestada por el gobierno de Lula», declaró Frederick Wassef, abogado principal del exmandatario, en una rueda de prensa improvisada minutos después de la detención. «Bolsonaro es un preso político, y esta detención viola todos los principios del debido proceso».
Un contexto de tensiones postelectorales
La captura de Bolsonaro no es un hecho aislado, sino el clímax de una serie de investigaciones que han perseguido al exmilitar desde su salida del poder en enero de 2023. Acusado de incitar a las hordas que asaltaron el Congreso, el STF y el Palacio de Planalto el 8 de enero de ese año –en un eco de los disturbios del Capitolio en EE.UU.– , el expresidente enfrenta múltiples causas por conspiración, difamación electoral y abuso de poder. Su condena por intento de golpe, ratificada por un jurado popular en septiembre de 2025, lo convirtió en el primer exjefe de Estado brasileño en ser sentenciado a una pena tan severa en la era democrática.
Analistas políticos ven en esta detención un mensaje claro del establishment judicial brasileño: no habrá impunidad para quienes amenacen la estabilidad institucional. «Bolsonaro representa un movimiento extremista que aún late en Brasil, y esta acción del STF busca desarticularlo antes de que escale», opinó la politóloga Maria Herminia Tavares en declaraciones a CNN Brasil. Sin embargo, el bolsonarismo no se rinde: en las calles de São Paulo y Río de Janeiro, cientos de seguidores ya convocan protestas bajo el lema «Libertad para Bolsonaro», lo que podría avivar las divisiones en un país polarizado.
Reacciones internacionales y nacionales
La noticia ha reverberado globalmente. El presidente Lula, en un breve comunicado desde el Palacio de Planalto, se limitó a decir: «La justicia actúa con independencia, y nadie está por encima de la ley». Por su parte, el expresidente estadounidense Donald Trump, aliado histórico de Bolsonaro, tuiteó desde su cuenta en X: «¡Increíble persecución! Jair es un gran líder, y Brasil pagará por esto. #FreeBolsonaro». En Europa, la Comisión Europea expresó «preocupación por la estabilidad democrática» en Brasil, mientras que Amnistía Internacional llamó a monitorear el caso para evitar abusos en la detención.
En el Congreso brasileño, opositores de izquierda celebraron la medida como un «hito contra el autoritarismo», pero aliados de Bolsonaro en el Partido Liberal denunciaron «un golpe blando» y anunciaron recursos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Mientras tanto, la Policía Federal mantiene un perímetro reforzado alrededor de la prisión de Papuda, anticipando posibles disturbios.
Esta detención marca un capítulo más en la turbulenta saga de Jair Bolsonaro, cuyo legado de populismo de derecha y negacionismo climático sigue dividiendo a Brasil. Con su traslado a la cárcel, el país se prepara para un fin de semana de incertidumbre política, en vísperas de las festividades de fin de año. La defensa del exmandatario tiene 48 horas para apelar la orden, pero el STF parece decidido a cerrar este capítulo con firmeza.