Jair Bolsonaro enfrenta prisión domiciliaria por incumplimientos reiterados de medidas cautelares
Publicado: 04-08-2025
El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido condenado a cumplir prisión domiciliaria tras reiterados incumplimientos de las medidas cautelares impuestas por el Supremo Tribunal Federal (STF) en el marco de la investigación por su presunta participación en un intento de golpe de Estado en 2022 contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La decisión, dictada por el juez Alexandre de Moraes, refuerza las restricciones sobre el exmandatario, quien ya estaba obligado a usar una tobillera electrónica y a cumplir otras medidas desde julio de 2025.
El fallo responde a las constantes violaciones por parte de Bolsonaro de las prohibiciones judiciales, especialmente la de manifestarse en redes sociales, ya sea de manera directa o a través de terceros. Según un documento judicial, el exmandatario realizó declaraciones a la prensa que fueron ampliamente difundidas en plataformas como X, Instagram y Facebook, lo que motivó la advertencia inicial del juez Moraes sobre una posible «prisión inmediata». A pesar de las advertencias, Bolsonaro persistió en sus acciones, incluyendo un discurso en el Congreso donde mostró su tobillera electrónica y calificó las medidas como una «máxima humillación».
El juez Moraes, encargado de la causa, consideró que las infracciones de Bolsonaro no podían seguir siendo tratadas como «irregularidades aisladas». En su decisión, señaló que las acciones del expresidente, junto con las de su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, buscaban «burlar» las restricciones impuestas, lo que llevó a la imposición de la prisión domiciliaria. Esta medida incluye la obligación de permanecer en su residencia durante las noches y fines de semana, la prohibición de acercarse a embajadas o contactar con autoridades extranjeras, y la restricción total de usar redes sociales.
La defensa de Bolsonaro ha calificado las medidas como «severas» y «desproporcionadas», argumentando que no existen pruebas concretas de que el exmandatario haya intentado obstruir la justicia o liderar un complot golpista. En un comunicado, afirmaron que Bolsonaro «siempre ha cumplido con las determinaciones del Poder Judicial» y que las restricciones atentan contra su libertad de expresión. Sin embargo, el STF, por un fallo de cuatro votos contra uno, mantuvo las medidas, con el juez Luiz Fux como único disidente, quien consideró que estas limitan de forma excesiva los derechos fundamentales del expresidente.
El caso ha generado una fuerte controversia en Brasil y a nivel internacional. Seguidores de Bolsonaro, incluyendo parlamentarios de su Partido Liberal, han denunciado una supuesta «persecución política» liderada por Moraes y respaldada por el gobierno de Lula. Por su parte, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha calificado la investigación como una «caza de brujas» y ha impuesto sanciones económicas a Brasil, incluyendo aranceles del 50% a productos brasileños, en apoyo a Bolsonaro. Estas medidas han escalado las tensiones diplomáticas entre ambos países, mientras el hijo de Bolsonaro, Eduardo, continúa en Estados Unidos promoviendo una campaña para presionar a las autoridades brasileñas.
La prisión domiciliaria de Bolsonaro marca un nuevo capítulo en el proceso judicial que podría derivar en una condena de hasta 40 años de prisión por delitos como intento de golpe de Estado, organización criminal armada y atentado contra el Estado democrático de derecho. Mientras el Supremo Tribunal Federal se prepara para emitir un fallo final entre septiembre y octubre, el caso sigue polarizando a la sociedad brasileña y generando repercusiones globales.
Bolsonaro, por su parte, ha reiterado su inocencia, afirmando que se quedará en Brasil para «enfrentar el juicio» y que las acusaciones carecen de fundamento. «No robé, no maté, no traficé. Esto es una persecución para eliminar a un líder conservador», declaró el exmandatario en un encuentro reciente con la prensa.
El futuro de Jair Bolsonaro sigue siendo incierto, pero la decisión de la justicia brasileña envía un mensaje claro: el incumplimiento de las medidas cautelares tendrá consecuencias inmediatas. El país permanece atento a los próximos pasos de un caso que no solo definirá el destino del expresidente, sino que también podría reconfigurar el panorama político de Brasil.