La deuda moral de los políticos: El 25% de familias del GBA vive cerca de un basural
Publicado: 21-01-2018

Alrededor de dos millones y medio de personas deben convivir con la acumulación de residuos cerca de su hogar, una problemática que tiene incidencia directa en la salud de la gente y puede perjudicar el desarrollo de los niños.
Así se refleja en el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA a pedido de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires, que establece que un 25% de las familias del Gran Buenos Aires soportan a diario la presencia de estos generadores de mosquitos, moscas o roedores y los focos infecciosos que generan. Lejos de mejorar, esta problemática empeoró un 2% en los últimos años. Para colmo, se vuelve más grave a medida que baja la condición residencial, con lo que se agrega una nueva dificultad al segmento de la sociedad que más complicaciones tiene.
Por ejemplo, el relevamiento publicado por la Defensoría que conduce Guido Lorenzino demostró que apenas un 3,6% de los hogares con un Nivel Socio Económico (NSE) Alto tiene un basural cerca de su casa, pero ese número aumenta bruscamente en los niveles Medio y Medio Bajo hasta el 25,9%. En tanto, casi 1 de cada 3 familias (30%) que viven con un NSE Bajo o Vulnerable están cerca de residuos acumulados sin tratar.
Donde esta tendencia se manifiesta de forma más fuerte es en los sectores más vulnerables y postergados socialmente: las villas o asentamientos, lugares en los que más de la mitad de las personas (55,4%) viven con un basural en sus inmediaciones. En cuanto a lo geográfico, el Oeste del Conurbano es el territorio que más padece este flagelo, con un 34,3% de los habitantes viviendo cerca de los basurales y un aumento de más del 6% desde 2010. La cantidad de vecinos damnificados desciende al 21,7% en la zona Sur, mientras que en la zona Norte compromete a un 17%.
Las ONG ambientalistas denuncian que aún no hay un tratamiento correcto para la basura, a pesar de que la ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) promueve “dar a los residuos producidos en una zona, el destino y tratamiento adecuado, de una manera ambientalmente sustentable, técnica y económicamente factible y socialmente aceptable”.
Cada basural emana decenas de gases tóxicos que pueden provocar diferentes tipos de enfermedades, pero también alimenta la aparición de insectos y roedores e incluso, al rellenar con cascotes y residuos los humedales, favorece las inundaciones para los más humildes.
Ningún gobierno se interesó en pensar una solución, ya sea por medio del OPDS (Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible), de la CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado) o de ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo).
Para tener una vida óptima se necesita agua potable segura, calidad de aire y un suelo óptimo. Si estas personas viven respirando todos los días un aire viciado y en una tierra contaminada, con el agua que no se puede tomar. A la pobreza se le agregan las enfermedades y el no poder ser asistido. Existe una dinámica perversa mediante la cual se denuncia un basural a cielo abierto, lo cierran y abren otro distinto. No se puede judicializarlo todo el tiempo.
La responsabilidad mayor es del Estado porque falta campañas serias de educación y difusión y también va en cada uno de nosotros. Cuando meten relleno sanitario en los humedales, dejan a los barrios en zonas bajas, por más que pongan mallas de plástico, eso se rompe con la basura y contamina los acuíferos, que corren de manera subterránea.
F: Observatorio de la Deuda Social de la UCA / Defensoría de la Provincia de Buenos Aires / DP