Miercoles 12 de Noviembre de 2025

«Me arrepiento infinito»: La saga de chats que expuso el escándalo en el juicio por la muerte de Maradona

Publicado: 12-11-2025

 En un giro que parece sacado de una telenovela judicial, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 3 de San Isidro se vio envuelto en un vendaval de acusaciones, recusaciones y mensajes de WhatsApp desesperados que terminaron por anular el histórico juicio por la muerte de Diego Armando Maradona. En el centro de la tormenta: la jueza Julieta Makintach, quien protagonizó una saga de chats con sus colegas Maximiliano Savarino y Verónica Di Tommaso, llenos de arrepentimientos, súplicas y cruces de reproches. El escándalo, que estalló en mayo pasado, revela no solo las grietas en la administración de justicia, sino también las sombras de un documental que nadie vio venir.

El juicio por la muerte del Diez, ocurrida en noviembre de 2020, había avanzado con lentitud pero con expectativa. Tras 43 testigos y 18 audiencias, el 15 de mayo de 2025 se designó a Makintach como presidenta del tribunal. Lo que parecía un trámite rutinario se convirtió en caos: el abogado Fernando Burlando solicitó una pausa, y al reanudar, Julio Rivas –defensor de Leopoldo Luque, uno de los imputados– levantó la liebre. Acusó a Makintach de tener vínculos con un documental en producción y señaló la presencia en la sala de María Lía Vidal Alemán, amiga de la jueza. Makintach lo negó todo, pero las chicanas escalaron: se la recriminó por su trato a una testigo y a la imputada Agustina Cosachov. Burlando y Mario Baudry, representantes de Dieguito Fernando Maradona, no se quedaron atrás: presentaron denuncias penales y pidieron una pesquisa en San Isidro. El telón de fondo: sospechas de que Makintach había «vendido» su imagen para un proyecto audiovisual, algo que ella juró no haber hecho.

Los chats, filtrados y ahora en el ojo público, se desplegaron en un grupo de WhatsApp llamado «Juicio DAM» desde el 17 de mayo. Makintach, visiblemente afectada, abrió el fuego el sábado con un mea culpa: «Ante todo lamento todo lo ocurrido». Mencionó el malestar de su amiga y deseó que «la tormenta pase». La respuesta de Savarino fue un baldazo de agua fría: «Estoy muy molesto. Uno lo que busca es hacer un juicio oral como corresponde. Buen fin de semana». No hubo vuelta atrás. Makintach insistió los días siguientes, reconociendo su «ingenuidad y buena intención mal direccionada» y pidiendo lecciones para el futuro: «Confío en poder aprender de esto, ¡sin duda así será!».

La escalada llegó el 19 y 20 de mayo. A las 6 de la mañana del lunes, escribió: «Entiendo que estén molestos y disgustados por cuestiones vinculadas a mí. Pero no hice nada malo, ni vendí un documental, ni hay operaciones o contratos con productoras ni ninguno de los delitos que intencionally me atribuyen para ensuciar la cancha, porque es claro que están negociando todo por atrás y el juicio, la legalidad y la verdad les importa poco y nada». Pidió auxilio explícito: «Necesito que me ayuden a cuidarme y resguardar la legalidad del debate». El 21, el remordimiento tocó fondo: «Me arrepiento infinito. Pero no puedo volver el tiempo atrás así que toca defenderme convencida de que no cometí ningún delito y que esa ‘denuncia’ no es causal de recusación. […] ¡Lamento que estén pasando por eso por mi culpa! Mucho que aprender».

El fin de semana del 24-25 de mayo fue un torbellino de actualizaciones: links a noticias, excusas por no aceptar la recusación y un «No me alcanza la vida para pedir Perdónnnnnnn por dar lugar a todo esto». El clímax llegó el 25: alertó sobre un posible jury contra los tres jueces y rogó por una reunión: «Perdón. No me puedo dormir. Esta idea de un juicio político no solo contra mí sino contra Uds también indica la necesidad de juntarnos los 3 para resolver esto juntos. […] Yo les juro que no hay delito no causal para jury o recusación y que el juicio puede seguir con normalidad dentro de la sala de debate». Propuso una contraofensiva: «Creo incluso que podemos hacer una denuncia para frenar todo esto. Los 3. Sola no puedo. Necesito de Uds». Di Tommaso, escueta, respondió a las 10 de la mañana: «Una verdadera infamia, porque ni Maximiliano ni yo cometimos ningún acto cuestionable. Yo no estoy disponible, por temas personales. Además, no voy a hacer nada más que contraríe mi espíritu y hoy mi único interés es tener tiempo para clarificar las cosas. He respondido por educación. Y es todo cuanto tengo para decir».

El 26, Makintach adjuntó documentos de excusación y cerró con dramatismo: «Ojalá mañana no se lleven puesto al tribunal por intereses oscuros malintencionados. Solo de nosotros 3 depende salvaguardar la justicia y la función judicial para que este debate continúe hasta el final». Savarino, molesto desde el principio, optó por el silencio. Un juez de San Isidro le aconsejó no excusarse, pero la Fiscalía N° 1 investigó una semana y, horas después de una pausa pedida por Savarino, el juicio fue declarado nulo por recusaciones de todas las partes. Makintach terminó excusándose a sí misma.

Las revelaciones posteriores fueron demoledoras. El 27 de mayo salió a la luz «Justicia Divina», una serie documental de seis episodios con guion y tráiler que incluía a Makintach como estrella involuntaria –o no tanto–. Ella lo negó hasta el hartazgo. En un jury posterior en el Senado bonaerense de La Plata, donde se evalúa su destitución, Makintach contraatacó: acusó a Savarino y Di Tommaso de saber sobre las filmaciones. Savarino no se mordió la lengua: «Es manipuladora, mentirosa y nos engañó todo el tiempo».

Las reacciones fueron un mosaico de indignación y desconcierto. Savarino mantuvo su enojo en los chats, rechazando más diálogo. Di Tommaso, con una sola respuesta, priorizó su «espíritu» y temas personales. El silencio de los jueces sobre la mayoría de los mensajes habla por sí solo. Abogados como Burlando y Rivas celebraron la nulidad como una victoria para la transparencia, mientras que Dalma y Gianinna Maradona, hijas del Diez, expresaron en redes su frustración por el retraso en la búsqueda de justicia.

Este escándalo no solo paralizó un juicio que prometía respuestas sobre la negligencia médica en la muerte de Maradona, sino que expone las vulnerabilidades del Poder Judicial: ¿hasta dónde llega la «buena intención» en medio de presiones mediáticas y personales? Mientras el jury contra Makintach avanza y las acusaciones cruzadas encienden más fuegos, una pregunta flota en el aire: ¿cuánto tiempo más tendrá que esperar la familia del Diez por un veredicto limpio? En el mundo del fútbol y la justicia argentina, donde los ídolos caen y los héroes se tambalean, esta saga de chats es un recordatorio brutal: un «me arrepiento infinito» no basta para borrar las huellas del error

Siguiente noticia